Las paredes lucen mosaicos artesanales, lámparas de hierro forjado y detalles que evocan los riads tradicionales. Cada mesa es un rincón acogedor donde el tiempo se detiene.
Luz tenue, música suave y el aroma del comino, la canela y el azahar crean un ambiente cálido e íntimo. No solo vienes a comer: vienes a disfrutar con alma y corazón.